Avatar.

Proyecto “Avatar o la encarnación de un sueño”.
(Registros sobre el proyecto en la red: “Avatar o la encarnación de un sueño”)

 

Desde hace mucho tiempo he sentido curiosidad hacia las nuevas tecnologías y la electrónica, especialmente en los cambios y aconteceres que estas generan, más allá de su funcionalidad como instrumentos de comunicación y herramientas de la cotidianidad, sino en la forma en que nos hacen asumir nuestro lugar en el mundo contemporáneo. He tenido la oportunidad de realizar múltiples ejercicios, observaciones e intervenciones, que me han acercado a comprender y documentar algunos asuntos que tienen que ver con la afectividad, los territorios visuales y las extrañas estructuras que a través de estos medios se han ido revelando, mostrando una realidad muy diferente a la que conocieron los seres humanos hasta fines del siglo veinte.

En todo esto, hay cambios que se nos escapan de las manos, cambios importantes que parecen apuntar a un desplazamiento irreversible. Estos registros realizados en 2017-2018, forman parte de mi interés por las redes sociales, no como observador, sino como un usuario interactivo, involucrado afectivamente a diferentes niveles. Me sorprende el modo en el que los chats y otros modos de relacionarse, operan desde presupuestos endebles, y cómo esto ayuda a mitigar el vacío que se asoma desde el propio deseo de trascendencia.

La trascendencia en este caso va más allá que el simple sentido de la importancia de algo. Me refiero a que la entiendo mejor cuando la relaciono con el anhelo de transición subjetiva, al que le apostamos cuando interactuamos en las redes sociales, que nos ofrecen un momento fuertemente significativo en el que podemos cambiar o evolucionar aparentemente en cualquier dirección. Pero esta transición deja huecos importantes en los deseos, que aun cuando se proyectan en la forma virtual de avatares, resultan insuficientes, ya que nunca fueron vividos o experimentados.

La creación de vínculos de amistad, hasta cierto punto anónimos y en otra parte del mundo, establecen una relación de oportunidades creativas a la vez que extrañas entre los usuarios y de la que se puede echar mano como objeto de experimentación para generar empatía, para llenar nuestro vacío a través de las experiencias de otros, como una proyección del deseo que se vuelve real en alguien que representa aquello que necesito.

En las redes sociales de Internet se rompe el paradigma de la imposibilidad geográfica y cultural, eso me ha permitido establecer nexos, sin límites de nacionalidad, idioma o religión, utilizando la uniformidad de símbolos y lenguajes que brinda la globalidad, sin atar los resultados a mi entorno local o a mi propia realidad.

Este proyecto en el que estoy trabajando desde hace más de 15 años, está anclado en mi propia preocupación por la aparición de identidades ficticias, sus efectos y consecuencias debido a la globalización, las redes sociales y las tecnologías de acceso a la información. Descubrí, luego de diferentes intentos, un espacio apropiado en las redes sociales, y blogs principalmente de Francia, donde logré establecer múltiples intercambios de todo tipo, con personas que creyeron en la imagen (avatar) que construí desde Monterrey, una personalidad ficticia que vivió creció y se mostró de acuerdo a las necesidades de todos aquellos que veían en él (en el avatar) sus anhelos, hasta el día de su supuesta muerte.

Después de este clímax interactivo, seleccioné a un pequeño grupo de los usuarios francófonos para revelarles el “secreto” de avatar, y con ellos me avoqué a discutir en persona, acerca de los efectos y consecuencias del uso de las redes sociales. Estos son una parte de los testimonios que he recabado.

Una característica importante de los resultados que presento es que se miden en bytes, mega o gigabytes de información: fotografías, videos, conversaciones de chats, notas etc., que, a diferencia de otros tiempos, fueron igualmente creados, compartidos y utilizados de esta forma, sin pasar por ningún tipo de formato físico tangible. El registro de conversaciones, la música de fondo, las sesiones tras la webcam y otras formas de intercambio afectivo no pueden ser presentadas ni representadas sin una pérdida de significado por ningún otro medio que en el que se desarrolló, y que la evolución de la tecnología vuelve intangible y encriptado.

De esta manera, mi intención es permanecer en el medio que dio origen al proyecto, he decidido alojar los testimonios bajo un dominio y dejarlos vivir en la internet. Los registros sólo están disponibles en un sitio especial al que sólo se tiene acceso mediante un código QR. Allí están reproduciéndose constantemente en loop infinito, cual sala virtual de exposiciones, a la que se accede en un momento aleatorio.